martes, octubre 17, 2006

La Plaza de la Conquista

El domingo volví a retomar una práctica que tenía olvidada. Recorrer espacios de la ciudad y quedarme ahí esperando qué descubrir. Ciertamente no fue mi intención primera, asistí a un congreso en el cerro Placeres en la sede de una universidad de la región. Empezaba temprano, sin embargo, cuando iba de camino varios grupos de misioneros evangélicos me sorprendieron alistándose para su prédica dominical. En el auditorio universitario me encontré de pronto con un orador brasileño que nos trataba como perfectos idiotas, su exposición tenía un despliegue tecnológico interesante y parecía una gran motivación para que nosotros (los idiotas) salieramos de nuestro estado. ¿Cómo hacerlo? Venía aquí un exquisito recetario del cual sólo recuerdo algunas cosas:
1.- Prepárese para ser destituído de su cargo en cualquier momento .
2.- Visite lugares extraños
3.- Converse con personas extrañas que le muestren otras posibilidades.

Después de todo no dejaba de tener razón en ciertas cosas. Nuestra vida es aveces tan ordenada y “normal” que dejamos de sentir asombro frente a realidades distintas con las que generalmente no entramos en contacto. Luego venía una serie de acusaciones a los medios de comunicación, porque de hecho su presentación era acerca de educación y medios. Los tonos eran variados, pero siempre in crescendo: “el único interés de los medios es vender” “están siempre al acecho del desliz” “acomodan las informaciones según sus intereses”, por tanto para salir del estado de idiotez, era condición hacer una lectura crítica de ellos. (en lo que tenía cierta razón) Sin embargo confieso que la forma como se refirió a nuestra profesión no dejó de molestarme, así es que con mi compañero lo interpelamos en el patio, cuando todos corrían por café y palmoteaban música chilena como una muestra de acogida a los muchos brasileños que asistieron al encuentro.

“Bueno deben saber que esta presentación la hice para Brasil donde realmente hay un consumo muy pasivo de los medios y donde los esfuerzos por cambiar esta realidad son muy aislados” nos dijo. Realmente descubrimos que él era una verdadera industria. Mantiene un sitio web, produce programas de radios que han sido progresivamente colocados en las emisoras más escuchadas de Brasil y que rescatan en pequeñas cápsulas contenidos “nutritivos” como él decía, aportes que de alguna forma pueden despertar del letargo en el que vive la mayoría de los brasileños a su juicio. Además intenta una experiencia con docentes que asumen la tarea de formar estudiantes críticos de los mensajes de los medios. Se produjo un diálogo cordial, e incluso surgieron intenciones de intercambiar producciones “nutritivas” para emisoras universitarias. Sin embargo, poco de lo que ocurría ahí era lo que verdaderamente iba a llenar mi domingo de novedad, más bien esto ocurriría en la calle. Se escuchaban a lo lejos unos tangos maravillosos. En la plaza de La Conquista en el cerro Placeres de Valparaíso viví una fiesta citadina. Era propiamente un espacio público, sobre el cual no pocos autores han teorizado. Recuerdo varias fotografías: los niños jugando al columpio, transeúntes cargados de verdura y frutas, porque justo a un costado estaba la feria, adultos mayores sentados en fila conversando, un viejito que zapateando magistralmente al ritmo de la música y Juan, el DJ, que a ratos ofertaba completos hechos por los vecinos o pasaba el aviso de la campaña para eliminar las garrapatas. Graciosamente hablaba de “desinfectar la comunidad” Tenía unas uñas enormes, que según me sugería mi rigidez debían ser de un eximio guitarrista o de un fino coquero, en último caso de un pobre que no tenía con qué cortarlas, qué rabia no poder imaginar otra explicación, no me atreví a preguntarle. Juan mantiene la plaza “ad honorem” como se apresura a aclararnos. Es la deuda que tiene con la comunidad que lo recogió de tres años de la calle y lo llevó donde los curas Asuncionistas que lo alimentaron y lo educaron.

Probablemente Juan y todos los que estábamos ahí, somos los mismos que en cada elección de autoridades acudimos a votar, a nosotros dirigen sus discursos y promesas los políticos, somos esa sociedad civil que sigue su propia dinámica mientras el señor Fuentes se ocupa de hacer transacciones. La vida sigue su curso en las muchas plazas de la conquista, invisible para algunos, reveladora para otros.


PD:
Ahhh, me olvidaba contarles que en un momento mi compañero se acercó a tomar una foto a un grupo de personas mayores que conversaban animadamente. Le preguntaron si era para el diario, esta vez no era el caso. Si muchos afirman que sólo existe lo que aprece en los medios, ellos simplemente no se resignan a no existir.

lunes, octubre 09, 2006

Intento hablar en nombre propio y doblarle la mano al acto repetidor. Por eso observo, escucho, escruto, preparando el parto de la voz.